2/01/2016

Desarraigo

Nadie parece relacionar la caótica decadencia social en la que vivimos en Colombia, con el desarraigo cultural que padecemos gracias a la indolencia de nuestros padres, maestros y baluartes comerciales. Con estúpida ingenuidad sonreímos o nos escandalizamos al ver a nuestros jóvenes chibchas odiando los ritmos y vibraciones musicales de nuestra tierra, con camisetas de black metal, piercings atravesando sus tejidos blandos y vikingos tatuajes ancestrales surcando sus criollos cuerpos. - Señor Sutachán ¿qué es eso? - ¡Ay profe viva el Metal! Modernícese. - Entiendo... Sino, ¿cómo se explica un skinhead del altiplano cundiboyacense?¿o un políglota caribeño que desconoce el wayuu?¿o estos jóvenes aventureros de tierras lejanas que ignoran los principios culturales de nuestras etnias?Pero ese desarraigo cultural no es sino el resultado de un desarraigo personal, no saber quien es para un niño o adolescente, en una época en donde los padres, maestros no sabemos quiénes somos. El colombiano posmoderno es un individuo mecánico, que no tiene conciencia emocional ni orgánica; sólo se identifica con la imagen que se hace de sí mismo, una imagen disociada de su cuerpo, sus raíces, una imagen ofrecida por la televisión insulsa que ve; por eso es tan fácil volvernos psicópatas y convertirnos en políticos mentirosos, vemos la realidad como un mapa y generamos leyes, no sólo inútiles, sino imposibles de aplicar. Pero bueno, no me voy a extender más sobre esto, sólo quise exteriorizar un poco las tonterías que escribo en mi querido diario. ¡Esteee...Viva la profe yeni de California!