¿Qué le sucede a esa gente que se la pasa
pitando en los semáforos y casi que por cualquier cosa? ¿Cuál es el problema de
esa gente que arriesga su vida y la de los demás, cada vez que ven que el
semáforo va a cambiar a rojo? ¿Qué hacen con ese tiempazo que se ahorran? ¿Ya
son millonarios? ¿Por qué salen tantos neandertales con ropa cada día detrás de
un volante, dispuestos a matarse y a matar a otros? ¿No tienen a nadie en su
casa esperándolos? ¿Nadie los ama? ¿No aman a nadie? ¿Quién les hizo tanto
daño?
La mayoría de estos anormales viven en un pequeño mundo nebuloso donde la imaginación escasea; básicamente porque ni se les ocurre imaginar que cada vez que se suben a sus vehículos con esa actitud agresiva de conducción, pueden terminar en la morgue, en un hospital o en la cárcel. Cada día para ellos es el clic de la ruleta rusa que resuena en la recámara de un revólver cargado con una sola bala que eventualmente los acerca al final ineludible. Horroriza darse cuenta de que muchos de estos potenciales asesinos/suicidas, conducen un vehículo de servicio público sosteniendo en vilo la vida de muchas personas que viajan bajo su responsabilidad, y quiero hacer la salvedad aquí de que conozco a un buen número de ellos que sí son conductores responsables; pero es triste ver que una enorme cantidad de conductores, no tienen idea de la normativa que rige la circulación vehicular condensada en la ley 769 de 2002 (CNTT). Obtuvieron sus licencias en el tiempo en el que costaba 50 lucas y se tramitaba en una hora sin pisar ni de riesgo una academia de conducción; sus vehículos son armas cargadas.
Súmale a todo este desconocimiento la falta de amor por sí mismos,
por sus familias, por la vida; con la que salen cada mañana… En un país donde
se les obliga a usar cascos a los motociclistas, a ponerse el cinturón de
seguridad a los ocupantes de un vehículo; en un país donde se les tiene que multar
para que mínimamente protejan su vida, se evidencian síntomas de locura, de enajenación
mental.
Exigimos a políticos a quienes
les importamos una mierda, que nos cuiden pero no nos cuidamos a nosotros
mismos, entre nosotros mismos. Estamos locos; vivimos como locos en un mundo de
locos. Cuando salgas a la calle, seas peatón o conductor, piensa por favor en
tu familia; qué pasaría si llegaras a faltar, qué les pasaría si en otro
escenario no pierdes tu vida pero tienes que pagar daños, indemnizar a otros o
terminas en la cárcel ¿No le afectaría de todos modos a tu familia? ¿A esos que
dices que es por quienes sales “A ganarte la vida ahí afuera”?
No sé, piénsalo.