5/18/2023

ALTA CALIDAD

 

Vivimos en la era de las certificaciones de calidad; si antes la iglesia determinaba quién se iba al cielo y quién no, ahora contamos con conceptos mucho más importantes que la salvación: Los estándares de calidad, lo que decide cuál negocio es excelente y cuál no. Y como cualquier negocio lucrativo que se respete, “La Educación” no podía quedarse atrás. Estas empresas certificadoras, encontraron una veta de oro que explotan de forma ingeniosa constantemente cada colegio, cada universidad que quisiera acercarse al ranking de calidad establecido por sus sagradas normas; normas que, por cierto, fueron escritas por una pléyade de ingenieros con doctorados en procesos, quienes empaquetaron la calidad académica en sus mentefactos conceptuales, debe someterse al escrutinio sagrado de la nueva Inquisición de las ciencias exactas y sus preciosos sellos de calidad: SGS Colombia, Icontec, Bureau Veritas y la Corporación Colombia Internacional. Un negocio millonario que maneja los destinos de la calidad educativa en Colombia. No conozco la ruta técnica para certificar instituciones que forman individuos emocionalmente maduros, psicológicamente sanos; individuos capacitados para transitar armónicamente entre normas de convivencia e  interacciones sociales aceptables; individuos capaces de conectarse pacíficamente con otros de distintas culturas a las que pertenecen, pero la evidencia empírica nos muestra que la calidad educativa certificada va por un lado y el comportamiento social e individual de la materia prima egresada de nuestras Alma Mater y la fábrica de ciudadanos que son nuestros colegios, va por otra.

Las redes sociales, los noticieros y periódicos, evidencian una sociedad fragmentada pero primorosamente enmarcada de individuos egresados de instituciones “educativas” de alta calidad.