No hay nada que estimule mejor la autoestima, que hacer lo que le dijiste a
los demás, pero sobre todo lo que te dijiste a ti mism@ que ibas a hacer. Nos
han inducido a creer que la autoestima es el resultado del respeto y la aceptación
que generamos en los demás, de cómo nos perciben; esto nos ha sumergido como
consumidores en una industria millonaria y explotada por muchos charlatanes, coaches,
escuelas de formación, etc. En donde se enfocan en fortalecer la autoestima
desde un enfoque exógeno, es decir, en virtud de causas externas. Entonces se
extendió la creencia de que cuando te veas (o tú creas que te ves) bien física
y/o emocional o intelectualmente, y con esto quiero decir: Un cuerpo atlético,
una sonrisa perfecta, un cabello sin canas, un rostro sin arrugas; en otras palabras,
una figura acepada socialmente; o que cuando tengas la maestría, el doctorado,
el posdoctorado; o cuando tengas la pareja perfecta, o el auto perfecto, o la
cuenta bancaria perfecta, la casa perfecta, el empleo perfecto, (todo eso que
envidiamos en IG, TikTok, FB, etc.) de gente ganadora, empoderada, rica y feliz,
entonces tu autoestima subirá.
Mi teoría dice que una autoestima fuerte y sana, que es la quintaesencia de
una persona medianamente feliz (dentro de lo que se puede en este valle de lágrimas
que es este planeta), te permite vivir la vida con dignidad, con paz y sobre
todo con un positivismo sano. Por cierto, un individuo positivo no es aquel que
cree que todo va a salir bien siempre, sino aquel que está bien siempre,
especialmente cuando las cosas no salen bien. Porque su paz interior no depende
del resultado de sus esfuerzos, ni de la aceptación social ni de sus
conocimientos, ni de sus estudios, ni de ningún factor exógeno. Dicho esto, la
experiencia personal mía y de varios de mis clientes, ratifica que una
autoestima fuerte, es el resultado de un ejercicio simple, sistemático, pero supremamente
difícil que consiste en HACER lo que te DIJISTE (a ti mism@) que ibas a hacer.
A mí no tienes que creerme, ese no es mi objetivo, pero si alguien quiere
comprobarlo, nadie te va a vigilar ni a obligar y mucho menos a motivar a hacer
esto; eso sí, le recomiendo un proceso gradual, consciente y disciplinado, para
ver resultados. Comenzar con cosas simples, objetivos realizables en cualquier
campo de tu diario vivir. Mi segunda recomendación es que dichas “mini-metas”,
tengan un objetivo positivo para ti, alineado en armonía con todo tu entorno. ¿Por
qué te digo esto? Porque si esto no es así, si tus objetivos implican pasar por
encima de otros, abusar de otros, dañar a otros, más te vale que no lo hagas,
porque sea que creas o no en el karma, la mano de Dios o como lo quieras
llamar, te prometo que la vida volverá con el doble de energía y... Humildemente
espero que no lo experimentes en carne propia.
Voy a decir varias “tonterías”: Hoy no voy a echarle azúcar al café, esta
noche me acuesto a las 10:00, este fin de semana no voy a tomar (licor), hoy
sólo voy a dedicarle una hora a mis redes sociales, en fin… pequeñas metas, positivas,
logrables; cada quién sabrá qué tan difíciles o fáciles son y seguramente
variará de individuo a individuo, pero lo que sí recomiendo es que sean
logrables. Y en la medida que avances en este tipo de ejercicios, subirás tus
retos un poco más. ¿Fallarás algunos? Sin duda, pero la vida por fortuna, suele
darnos oportunidades.
Sólo te anticiparé que, si haces de este ejercicio un estilo de vida,
empezarás a notar un cambio en ti, endógeno, interno, porque como lo dijo Antoine
de Saint-Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos”; casi sin darte cuenta notarás
cambios sustanciales en tu calidad de vida, en tu relación con el entorno, con
tu familia, con tus finanzas, con tu pareja, con los demás. Si no lo haces, no
pasa nada, seguirás como estás ahora y pues si estás bien así, dale. Yo lo
entiendo.
Buena suerte.