La plebe es un organismo vivo, muy peligroso, Trevanian la describe como el monstruo descerebrado de los mil brazos. Nadie espera que piense; cualquier líder mediocre con una idea adoctrinante podría señalarle sutilmente un objetivo y este organismo ameboideo simplemente procede al linchamiento, ahorcamiento, apedreamiento, etc. Esto sucede desde mucho antes de la edad media, pero es Gustav Le Bon quien señala las consecuencias de la irrupción de las masas en la vida política y vaticinó tiempos muy peligrosos. Las ideas simples siempre son seguras para conquistar a las masas, especialmente las que son “ricas en promesas”; entre las que Le Bon cita: “Las ideas cristianas de la edad media, las ideas democráticas del siglo XVIII, las ideas socialistas del siglo XIX” y por extensión las del siglo XXI, por supuesto; con el peligrosísimo atenuante del internet como vehículo inflamable de cualquier idea radical.
¿Exagero? No
lo creo; hoy basta con hacer preguntas maliciosas e ingeniosamente filtradas en
cualquier red social para desatar la furia incontenible de esta plaga que
quiere opinar sobre todo, ofender, desacreditar, insultar; detrás del cómodo
anonimato de un teclado. Si estas preguntas-acusaciones se hacen desde el
colectivismo oficial de cualquier idea radical, la masa se siente respaldada. El
único temor irracional de este organismo es sentirse solo, fuera del rebaño.
Porque no hay nada más amenazante para los individuos aglomerados que asumir su
individualidad y con ella, su responsabilidad.
Ahora sí ¡que pase el amaanteeeeeeee!
