¿Has escuchado o
leído alguna vez la frase: “¿Todo lo que te sucede en la vida, es el resultado
de tus decisiones”?
La mayoría de los
individuos que conozco, están radicalmente en desacuerdo con esto. Ah, la
insoportable levedad del ser. Qué difícil es racionalizar aquello que no se
entiende, pero sobre todo que no se entiende porque se desconoce. Si al menos
se enteraran de cómo funciona la siempre misteriosa mente humana, si tan sólo
supieran que por lo menos el 90% de nuestras decisiones las tomamos subconscientemente.
Que estas decisiones se agazapan debajo de nuestro subconsciente, invisibles,
poderosas sin que puedan ser detectadas por nuestra mente consciente. Y claro,
no puedes controlar aquello que desconoces; aquel viejo aforismo del oráculo de
Delfos es para mí la piedra angular de todo conocimiento: Conócete a ti mismo.
Así que sí, el
hecho de que no sepas que estás tomando decisiones que afectarán
sistemáticamente cada evento que suceden en tu vida, no te exime del resultado.
Supongo que tampoco te has leído “La esencia del Caos” de Edward Lorenz. Una
verdadera lástima. Porque si eres una persona inteligente, el texto te daría el
chance de comprender que efectivamente tu vida actual es el resultado de las
decisiones que has tomado durante toda tu vida cada cierto tiempo (basado en
modelos matemáticos muy precisos), con una secuencia implacable y que tiene su
origen en la formación de tu aparato psíquico, formado durante tu primer
septenio de vida. Podrías aprender que esos ciclos son predecibles y por lo tanto
susceptibles de ser cambiados. Pero para ello tendrías que volverte consciente,
conocerte a ti mismo, pero lo más terrible de todo: Hacerte responsable de tu
vida, y tú yo sabemos que ni la escuela ni nuestros padres, ni la religión ni
nadie, te ha hablado de esto ni te va a hablar si tú no tienes ese interés.
Pero si eres de
esos que se resisten a aprender cosas nuevas, a dejarse permear por el
conocimiento, por la evidencia científica, seguirás definiendo tu vida como una
mezcla de azar y suerte, amalgamada con “La Voluntad del Señor” y un poquito de
bastante culpa del centro demoníaco; no eres más que una pobre víctima del
neoliberalismo, de las circunstancias, de la corrupción, de los demás y si lo
piensas bien, del imperialismo yanqui.
Ahí sí como
decía mi abuela: Puedes obligar al mulo a llegar al río, pero no puedes obligarlo
a beber.
Feliz noche.