8/17/2022

VENDER EL FIERRO PA' COMPRAR LAS BALAS

 


La obra de Rich Devos, Capitalismo Solidario, marcó en mi vida un derrotero que años después se vería reflejado en un cambio progresivo pero sustancial en mi visión de la vida referente a la economía; venía yo de una (de)formación cultural de izquierda académica propia de la universidad pública, de la que hice parte activa (te horrorizaría saber cuánto), en la que obviamente quería cambiar el mundo ahí afuera, traer la justicia social del paraíso a este planeta y más concretamente a este país. Un discurso que aunque desgastado y estéril, era muy lúdico, lleno de nueva trova cubana, Foucault, García Márquez, vino barato y obviamente mujeres impresionables y bellas. Un mundo colorido que contrastaba con mi propia economía personal, ya que mi error era tratar de entender y resolver la macroeconomía del país a través de la violencia y la enajenación cultural, sin resolver asuntos personales, sismas conceptuales subyacentes en mi mente relacionados con el dinero en mi propia economía.

Me tomó casi toda la vida y carretilladas de libros y conferencias comprender que la clave para una microeconomía sana no era la cantidad de dinero que entraba a mi cuenta bancaria sino mis gastos. En mis investigaciones me sorprendí tanto saber que personas que ganaban (ganan) 4, 5 y hasta 10 veces más que yo, estaban igual o más endeudados que yo. Porque se suele gastar lo mismo o más de lo que se ingresa. Sí yo sé que a ti no te sucede, sólo a tontos como yo.

 Tratando de comprender la macroeconomía me comí la literatura de la escuela austríaca, desde Carl Menger, pasando por Ludwig von Mises y terminando en Jesús Huerta de Soto, pudiendo contrastarla con las políticas de gasto público de Keynes en su “Teoría general del empleo, el interés y el dinero” aplicables sólo al crack de la bolsa de 1929; llegué a la conclusión de que sólo se puede tener una microeconomía sana si tienes una mentalidad austera con el dinero: Si tus egresos son inferiores a tus ingresos. Me llama la atención de los Keynesianistas y fanáticos del gasto público excesivo (hoy en día llamados “Progresistas”) que al mismo tiempo que condenan el consumismo, aplauden el endeudamiento sistemático para salir de la pobreza. Dicho de otro modo es como vender una pistola para comprarse balas. 

En Colombia venimos de un gasto público por PIB del 26,28% en el año 2.000 al 33,56% en el 2020. Y mira este dato, los años donde más se invirtió significativamente en lo que acá llaman “educación” (ni me hagan referirme a esto), fue en 1984 y 1989. En salud: entre los años 1996 a 1999. Estoy hablando de cifras no mayores al 22% de ese gasto.  ¿Y el resto? Me gustaría que pensaras en esos gastos fijos que hacemos (porque somos nosotros los que engordamos las arcas del estado, es nuestro dinero, el que te gravan por comprar productos, por hacer compras, etc.

En fin. Podemos hacer tres reformas tributarias seguidas; suponiendo que ese dinero sea utilizado en su totalidad por esos seres angelicales que desde hace poco nos gobiernan, para la redistribución de la riqueza, incluso suponiendo que así fuera, de todos modos tenemos un problema fundamental:

Estamos creando un hueco fiscal que consiste en tener una economía con más gastos que ingresos. Porque estos programas no generan ingresos sino egresos. Por lo que seguiremos necesitando siempre más dinero y más dinero. Vendemos el fierro pa’ comprar las balas.

En vez de enfocarnos en depurar el Estado y purgarlo de la corruptela, se podría con el mismo recaudo actual, cubrir con creces el gasto público real que garantice los derechos fundamentales de los ciudadanos de Colombia. Pero como esa no es la intención, seguiremos adelante con la destrucción de nuestra macroeconomía.   

P.D. Antes de embarcarte en una embarazosa discusión sobre partidos de derecha y de izquierda conmigo, te recomendaría una actualización académica que ponga fin a la estupidez de creer que el mundo está dividido entre negros y blancos, izquierdas y derechas, hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, pobres y ricos, capitalismo y socialismo, etc. Te puedo recomendar literatura pertinente y una dieta baja en noticieros.


8/15/2022

LA ÚNICA CERTEZA ES LA INCERTIDUMBRE

 


Quiero reiterar mi agradecimiento a los 2 o 3 lectores recurrentes de mi blog, por tomarse el tiempo de leer mis ocurrencias, sea por aburrimiento o curiosidad, les agradezco.

Este tema sé que lo conocen de sobra, hace parte de nuestro día a día y sin embargo parecemos ignorar los principios fundamentales que rigen este sistema que solemos llamar Vida; un fascinante videojuego que a pesar de todo no aprendemos a jugar a nuestro favor.

Si eres tan curioso como yo, seguramente has investigado el principio de incertidumbre de Heisenberg. (¿Quién no?). Pero no voy a enfocarme en una explicación matemática de cómo funciona, ni siquiera de una explicación cualitativa de ese principio de la física. Vamos a irnos a la parte más lúdica, profana:

A estas alturas, tengas la edad que tengas, habrás notado que la vida ha resultado ser impredecible desde sus segmentos más pequeños del minuto a minuto, hasta los que abarcan la historia de este planeta. Nadie ha sido capaz realmente de predecir el futuro basado en el estudio minucioso de los acontecimientos del pasado. Ni Nostradamus ni ningún profeta, ni los adivinadores de la suerte, ni los mercenarios de las malas noticias (los noticieros), ni los especuladores de Wall Street ¡Nadie! Y esto tiene una sencilla y única razón: El principio de incertidumbre o indeterminación de Heisenberg. El cual afirma que no se puede determinar simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas como son por ejemplo, la posición y el momento lineal de un objeto dado. Incluso, se afirma que si un viajero del futuro viene hoy, 15 de agosto del 2022 a decirnos lo que va a suceder mañana, este software que es la Vida aplicará unos algoritmos predefinidos, alterando la secuencia de operaciones a realizar de manera que resuelve ese problema de predictibilidad, para que siga siendo un juego interesante.

Dicho de otro modo: Nadie en este planeta tiene las respuestas de nada. Nos enseñaron que sí, que los médicos, los científicos, los gurúes, los expertos, los estudiosos, los místicos, los profetas, los políticos, etc.… Y a ellos acudimos y en ellos solemos colocar la esperanza de un futuro o un resultado predecible, estable, seguro. Pero lamento decirte que esto no es posible. Si acertaran en un evento, el algoritmo matemático variará de persona a persona, de familia a familia, de cultura a cultura, hasta el infinito.

Voy a darte un ejemplo: Una medicina, una dieta, un pronóstico de cualquier tipo, podrá acertar probablemente en un muy, muy bajo promedio de individuos y por un período insostenible de tiempo. Pero aquí estamos, confiados ciegamente en que si determinada medicina, por decir algo le sirvió a un grupo experimental de personas, va a tener el mismo resultado exponencial de la muestra.

Ahora aplícalo a las soluciones que nuestros expertos, gurúes, científicos, maestros, asesores financieros, nos han dicho que se comportará el futuro si hacemos lo que ellos nos dicen, y que nosotros elegimos (Nadie nos obliga), que elegimos creer como ciertos: El resultado es efectivamente: El mundo caótico en que vivimos. Es decir, hemos decidido creer en la certidumbre que nos brindan las predicciones de los expertos, a pesar de cada experiencia individual varía tan infinitesimalmente como es posible, de individuo a individuo en un mundo que abiertamente nos ha demostrado que esto no es posible.

En conclusión, al menos para mí cuya inteligencia y conocimientos son obviamente irrelevantes frente a nuestros expertos, el origen de nuestra infelicidad consiste en no aceptar el hecho de que no se puede determinar simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas como son por ejemplo, la posición y el momento lineal de un objeto dado.