La obra de Rich Devos, Capitalismo Solidario, marcó en
mi vida un derrotero que años después se vería reflejado en un cambio progresivo
pero sustancial en mi visión de la vida referente a la economía; venía yo de
una (de)formación cultural de izquierda académica propia de la universidad
pública, de la que hice parte activa (te horrorizaría saber cuánto), en la que
obviamente quería cambiar el mundo ahí afuera, traer la justicia social del
paraíso a este planeta y más concretamente a este país. Un discurso que aunque
desgastado y estéril, era muy lúdico, lleno de nueva trova cubana, Foucault, García
Márquez, vino barato y obviamente mujeres impresionables y bellas. Un mundo colorido
que contrastaba con mi propia economía personal, ya que mi error era tratar de
entender y resolver la macroeconomía del país a través de la violencia y la
enajenación cultural, sin resolver asuntos personales, sismas conceptuales subyacentes
en mi mente relacionados con el dinero en mi propia economía.
Me tomó casi toda la vida y carretilladas de libros y
conferencias comprender que la clave para una microeconomía sana no era la
cantidad de dinero que entraba a mi cuenta bancaria sino mis gastos. En mis
investigaciones me sorprendí tanto saber que personas que ganaban (ganan) 4, 5
y hasta 10 veces más que yo, estaban igual o más endeudados que yo. Porque se
suele gastar lo mismo o más de lo que se ingresa. Sí yo sé que a ti no te
sucede, sólo a tontos como yo.
Tratando de comprender
la macroeconomía me comí la literatura de la escuela austríaca, desde Carl Menger,
pasando por Ludwig von Mises y terminando en Jesús Huerta de Soto, pudiendo contrastarla
con las políticas de gasto público de Keynes en su “Teoría general del empleo,
el interés y el dinero” aplicables sólo al crack de la bolsa de 1929; llegué a
la conclusión de que sólo se puede tener una microeconomía sana si tienes una
mentalidad austera con el dinero: Si tus egresos son inferiores a tus ingresos.
Me llama la atención de los Keynesianistas y fanáticos del gasto público
excesivo (hoy en día llamados “Progresistas”) que al mismo tiempo que condenan
el consumismo, aplauden el endeudamiento sistemático para salir de la pobreza.
Dicho de otro modo es como vender una pistola para comprarse balas.
En Colombia venimos de un gasto público por PIB del
26,28% en el año 2.000 al 33,56% en el 2020. Y mira este dato, los años donde
más se invirtió significativamente en lo que acá llaman “educación” (ni me hagan
referirme a esto), fue en 1984 y 1989. En salud: entre los años 1996 a 1999. Estoy
hablando de cifras no mayores al 22% de ese gasto. ¿Y el resto? Me gustaría que pensaras en esos
gastos fijos que hacemos (porque somos nosotros los que engordamos las arcas
del estado, es nuestro dinero, el que te gravan por comprar productos, por
hacer compras, etc.
En fin. Podemos hacer tres reformas tributarias
seguidas; suponiendo que ese dinero sea utilizado en su totalidad por esos seres angelicales que
desde hace poco nos gobiernan, para la redistribución de la riqueza, incluso suponiendo
que así fuera, de todos modos tenemos un problema fundamental:
Estamos creando un hueco fiscal que consiste en tener
una economía con más gastos que ingresos. Porque estos programas no generan ingresos
sino egresos. Por lo que seguiremos necesitando siempre más dinero y más
dinero. Vendemos el fierro pa’ comprar las balas.
En vez de enfocarnos en depurar el Estado y purgarlo
de la corruptela, se podría con el mismo recaudo actual, cubrir con creces el gasto
público real que garantice los derechos fundamentales de los ciudadanos de Colombia.
Pero como esa no es la intención, seguiremos adelante con la destrucción de
nuestra macroeconomía.
P.D. Antes de embarcarte en una embarazosa discusión
sobre partidos de derecha y de izquierda conmigo, te recomendaría una
actualización académica que ponga fin a la estupidez de creer que el mundo está
dividido entre negros y blancos, izquierdas y derechas, hombres y mujeres,
homosexuales y heterosexuales, pobres y ricos, capitalismo y socialismo, etc. Te puedo recomendar
literatura pertinente y una dieta baja en noticieros.