9/03/2022

LA TEORÍA DEL DECRECIMIENTO

 


La primera vez que yo leí sobre la “teoría del decrecimiento”, tan ponderada por el progresismo, estaba relacionada con mi campo de interés en cuanto a la enseñanza del inglés por allá por el 2014, porque se cuestionaba esta práctica como un ajuste de la producción del conocimiento a las demandas económico–empresariales; dicho de otro modo, enseñar y como consecuencia, aprender inglés, te convertía un activo más del sistema productivo, un bien transable y susceptible a ser convertido en objeto mercantil, o sea un peón en el capitalismo neoliberal debido a que sitúa a los bilingües en una posición de competencia y por consiguiente de desigualdad frente a quienes no lo fueran y ahí estoy citando a Gómez y Saxe (2010) y a Cook (2003) por si algún hipotético lector de estas líneas, tuviera la curiosidad intelectual de indagar más a fondo. En ese orden de ideas, esta teoría recomendaba a la población, no aprender inglés para no agudizar la desigualdad y los conflictos sociales que esta conlleva. Propone por ejemplo que el personal docente debe ser “formado” para desestimular el aprendizaje del inglés como la opción ideal para alcanzar altas metas laborales; que las metas profesionales no deben centrarse en adquirir un aumento en la capacidad de consumo y que la plenitud humana no se alcanza con tener más sino con ser más. Como mínimo, esa reflexión debería enseñar a las personas a racionalizar el gasto. No es difícil deducir que la teoría aquí se refiere a racionalizar el gasto del individuo común pero evidentemente no el gasto público. Es decir, son los individuos los que deben frenar su crecimiento y su gasto mientras que el estado lo incrementa porque al parecer, la producción excesiva y el consumo de recursos por parte de los individuos y los países, afecta el equilibrio de los recursos del país. El chiste se cuenta sólo, pero esta disonancia cognitiva no representa ninguna amenaza para el sentido de la probabilidad racional de los believers, porque sus líderes representan una raza aparte de superhumanos que actúan sin motivaciones personales y en pro del bien común. Por eso, a diferencia de las aproximaciones epistemológicas humanistas que abogan por una educación holística de individuos inteligentes, responsables en el consumo de recursos naturales, los teóricos del decrecimiento, ante la vorágine producción-consumo en el mundo occidental insta a los demás a decrecer (y esta es la frase clave: NOSOTROS NO). Que los demás países limiten sus políticas económicas, NOSOTROS NO, que los demás políticos se bajen el sueldo, NOSOTROS NO, que sus enemigos respeten los derechos de los demás, NOSOTROS NO, que sus detractores no hagan bullying, NOSOTROS NO. Que los demás se empobrezcan, NOSOTROS NO. La casta de líderes de este sistema de pensamiento, desde el más rancio comunismo, pasando por el socialismo del siglo XXI o socialismo light, y su actual progresismo reciclado, ha resultado siempre en el enriquecimiento obsceno de sus líderes y “lideresas” y el empobrecimiento de las masas, a quien curiosamente SIEMPRE enarbolan como la bandera de sus luchas. Por ahí la excepción a la regla, hasta donde yo sé, fue Pepe Mujica quien no resultó millonario.

Así que sí, yo comprendí perfectamente lo que dijo la ministra, lo que a mí me aterró no fue lo que otros creyeron era una estupidez irracional, más bien que no soslayara su cosmovisión ideológica ni las intenciones del gobierno. Quienes me han escuchado hablar saben que no hablo de este gobierno per sé, este es la continuidad de un plan de gobierno que claramente comenzó con Santos, siguió con Duque y pues continúa con Petro: saben que yo estoy convencido que son parte del mismo paquete internacional (Agenda 2030 del Foro Económico Mundial); si creen que estos ministros están aparentemente haciendo declaraciones sin sentido, aunque parezcan incompetentes, presten atención; llevan décadas preparándose para tomar el poder y lo tienen. Son perversos, no estúpidos, sólo que ahora cuentan con más apoyo popular de una masa que se nutre de noticieros y redes sociales.

Un abrazo ancestral.


8/28/2022

¿CUÁL ES TU ADICCIÓN?

 

¿A qué eres adicto? Probablemente pensaste que te estoy preguntando por qué droga sintética o natural eres adicto, pero realmente me estoy refiriendo a qué sensaciones o recompensas emocionales eres adicto. Pongámoslo en términos más profanos.

¿Qué es eso que “te sucede” con frecuencia una y otra vez de forma cíclica en tu vida que te trae algún dolor emocional y que a su vez desencadena una serie de reacciones emocionales que buscan la recompensa a la que eres adicto? Comencemos por ahí, por la recompensa; ¿Sexo? ¿(Auto)Compasión? ¿Sentido de importancia? ¿Poder? ¿Control? ¿Cuál es tu recompensa cuando a raíz de esa situación, necesitas reaccionar y tomar decisiones que terminan en ese momento último de satisfacción que inconscientemente (con mucha probabilidad) era lo que eventualmente estabas buscando? Porque enfrentémoslo, a nadie le gusta sufrir… Por nada. Pero si uno sufre por algo, si a través de ese sufrimiento logras experimentar “algo” que te trae una satisfacción, con frecuencia efímera, entonces también creerás que vale la pena. No sería muy descabellado sospechar que con frecuencia deseamos que se activen esas situaciones de dolor emocional que desencadenan la posibilidad de experimentar nuestra adicción neuroquímica; es más, no sería para nada descabellado conjeturar que somos capaces de alterar nuestra percepción sensorial con tal de asociar una situación con el componente emocional perfecto que dispare esa situación que a su vez reactivará el consabido dolor que sabes que garantizará tu inevitable reacción que a su vez culmine en tu añorada recompensa. Pues queridos, estamos describiendo aquí el ciclo de una adicción. Por supuesto que como la mayoría de Nosotros somos personas muy inteligentes, no vamos a reconocer que somos adictos, porque después de todo quién es tan estúpido como para desear ningún tipo de dolor ¿Verdad que sí?

Entonces si quieres llegar a descubrir cuál es tu adicción, sáltate la parte de las situaciones, los problemas; ya debes saber que son simplemente el vehículo que inconscientemente eliges. Me resulta absurdo creer que somos adictos a las discusiones, o la velocidad, o al sexo per se, o a las malas relaciones, o al celular, o a la comida, o a las drogas, o al dinero, o al cigarrillo, o al alcohol, o a las peleas, o a la escasez económica, al maltrato emocional o físico… No, piensa en la recompensa emocional que eso te deriva.

Ahora sí, volviendo a la pregunta inicial, y es una pregunta retórica por favor ¿Cuál es esa emoción, esa recompensa (transitoria) que realmente buscas experimentar? Porque esa es tu adicción.

Seguiremos informando.