Quiero despedir este 2022 con un sencillo pero sentido mensaje para aquel que quisiera tomarse unos minutos para leerlo. Antes que nada, espero que este haya sido un año de mucho aprendizaje y crecimiento; es decir que los retos los hayan convertido en lecciones: Fin último de esta vida.
Ojalá podamos
convivir en paz en este 2023 y eso no significa que todos debemos pensar y
sentir igual, desde siempre ha sido así; nos convencieron de que eso estaba mal
y lo hemos naturalizado. No somos iguales, nunca lo hemos sido y eso está bien,
sólo debemos aceptarlo. La única igualdad aceptable y deseable es la igualdad ante
las leyes, las reglas de convivencia; de resto, no permitamos que nos convenzan
de que hay que odiar o rechazar al que piensa
distinto a nosotros, porque tienen y siempre han tenido ese derecho ¿O acaso
debemos insultar al ateo si somos creyentes? ¿O al creyente si somos ateos? Si
nuestras creencias espirituales, que se supone que son las que le dan sentido a
nuestra vida no nos dividieron antes ¿por qué ahora sí las políticas, filosóficas,
nos van a dividir? Necesitamos unirnos (no pensar igual), unirnos como
colombianos, como familia, como sociedad, enfocándonos en lo que sí es común a
todos; nuestra humanidad, esa condición tan frágil y vulnerable que cualquier
día, a cualquier hora y en el momento menos esperado, puede ser borrado de un
plumazo de la faz de la tierra.
Te deseo un
2023 lleno de energía positiva, esto es: Mucha prosperidad, sabiduría,
silencios, lectura, buena compañía, alegría, buena salud, música, tolerancia (especialmente
contigo mism@), que es la piedra angular de cualquier otra tolerancia. Confía en
ti mismo, en la vida o en el Ser Máximo en el que creas, pero sobre todo espero
que al final del 2023, te mires en el espejo y puedas decir en voz alta:
Caramba, esta es decididamente una mejor versión de mí mismo.
Feliz año
nuevo.