12/01/2015

Igual que el resto


Vivimos bajo la ilusión mental de que somos especiales y únicos, y que ojalá el mundo tuviera el privilegio de tener a más como nosotros. ¿Qué nos hace especiales? pues es obvio ¿no? o  mis creencias, o mi físico,  o mi cultura, o mis estudios, o mi inteligencia, o mis hábitos... Cualquier razón es 'per se' una justificación elocuente de nuestra especialidad. Es más tú no eres especial a no ser que de algún modo te relaciones conmigo y permanezcas dentro de mi círculo de aprobación; en ese momento 'te conviertes' en alguien especial porque o te amo, o te aprecio, o te admiro, o te respeto... suficiente para convertirte en alguien especial. Curiosamente tal adjetivo no depende de tí sino de mí. Conozco personas que se salieron de ese círculo y tenaz. Es más yo sólo seré especial y único para tí si cumplo con ciertos requisitos como: pensar como tú, actuar como tú (esperas) ser como tu. Por eso somos tan especiales exactamente iguales a todo el mundo. Haz el experimento y señala a alguien vulgar y común, o grosero, o pecador, o rarito, o tonto y verás que es casi lo opuesto a tí. Es mágico. Todo aquel que no pertenezca a mi círculo de aprobación, es evidencia inalterable de su 'inespecialidad'. Dicho esto, sólo me queda rezar por ustedes pecadores, incultos, ingenuos, ignorantes y pedirle a Dios que se apiade de ustedes y los convierta en alguien al menos ligeramente parecidos a mí.

Atte: Todos y cada uno de los humanos que pueblan esta prisión invisible conocida en otros rincones universales como 'Ki'. O planeta azul.


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