6/01/2016

¿La verdad nos hará libres? I


Tenemos que reconocer que no debe ser fácil para los humanos liberarse de toda esa maraña de vibraciones que lo envuelven haciéndoles creer que lo que ‘ven’, ‘escuchan’, ‘perciben’ a través de los sentidos ES la realidad. Que la vida, tal cual como la perciben, es sueño… como lo declaró De La Barca ya en 1635 en la Primera parte de sus comedias; no siendo la única vez que alguien hace referencia a este espinoso tema de la libertad frente al ‘destino’. Esta concepción es muy antigua y tenemos varias referencias: El pensamiento Hindú, la mística Persa, la tradición Judeo-Cristiana, la Moral Budista y hasta en la filosofía Griega en la que el Hombre vive en un mundo de sueños. (Este influjo es evidente en su obra, recuerden que Segismundo vive inicialmente en una Cárcel, en una caverna en la más completa oscuridad debido al desconocimiento de sí mismo y presa de la dualidad propia del ser humano, mitad barbarie e irracionalidad y mitad cultura y civilización.Pero lo cierto es que ni la psicología ni la filosofía ni decididamente la religión, han podido explicar éste fenómeno satisfactoriamente; El hecho de que lo que dos personas ven, escuchan, perciben, puede tener tantas y tan diversas interpretaciones, plantea algunas dudas razonables. Lo suficientemente razonables como para  intuir que lo que están percibiendo no responde necesariamente a una ‘Realidad’ externa e implícita y naturalmente tangible sino a un complicado sistema de creencias bastante bien fundamentados en experiencias anteriores, modelos de vida, características de personalidad y de género, individualidades conceptuales y herencias culturales; Sin embargo, estos dos individuos argumentarán, discutirán y conociendo la naturaleza humana, muy posiblemente se destruirán el uno al otro para tratar de probar que ‘el otro’ estaba equivocado en su percepción. En sí mismo, esto invalida cualquier intento de acercarse a la verdad; pero más allá de eso, y es aquí donde la primera duda razonable  se nos ocurre: invalida la posibilidad de que la Verdad Única pueda ser percibida por una fracción de ella misma. Dicho de otro modo, como podría un pez reconocer qué es el océano si lo único que él ve ‘es’ agua.
Dentro del proceso de interpretación de ‘la realidad’ circundante que un individuo hace naturalmente a través del lenguaje, permite observar las intenciones de quien con él se expresa, consciente o inconscientemente. Es decir, cada vez que alguien expresa su interpretación acerca de lo que sus sentidos perciben, óigase bien, ¡cualquier cosa!, lo único que realmente está expresando y validando es  sin duda, su propio sistema de creencias basado en sus propias experiencias anteriores, sus propios modelos de vida, sus propias características de personalidad y de género, sus propias individualidades conceptuales y sus propias herencias culturales. Lo cual, tenemos que decir aquí, no es la Verdad Única,  Sólo es verdaderamente: su verdad.

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