EL HUMOR Y SUS DEMONIOS

 

El humor es una característica humana imposible de disociar de esta especie, como la noche del día, como las sed de agua, o como la caca de la comida.

Estudios científicos no han podido demostrar la existencia de shows de stand up comedy durante la prehistoria pero académicos importantes han pagado con su propia vida intentando hacer reír a un rey o algún dictador de turno, intentando probar la teoría de que la inteligencia está estrechamente asociada a un sentido del humor amplio y particularmente oscuro. No es de extrañar, ni de causar sorpresas, que el lado humorístico humano tuviese que evolucionar, pasando por el sarcasmo y la ironía intentando evadir los estrictos códigos morales del humano promedio, quien suele encontrar gracioso exclusivamente los contenidos humorísticos alineados ideologicamente con su propia narrativa del mundo; consecuentemente y entrados en épocas más modernas donde el sentido del humor está intentando ser extirpado decididamente de la psiquis humana por el grave daño psicológico que le causa al individuo postmoderno, los nuevos científicos del humor han tenido que desarrollar una suerte de código secreto, oral y escrito, donde se disfracen las temibles palabras ofensivas o puedan al menos ser distorsionadas con el fin de evitar la picota pública de la nueva inquisición del conservadurismo progresista y sus ingeniosos nuevos ministerios, necesario en una época donde cualquier baboso tiene un teléfono inteligente. Las nuevas formas de humor sólo son aceptadas siempre y cuando el objeto de burla NO se relacione con los pobres, los negros, las feministas, los indígenas, las comunidades lgtbxyz, los lisiados, los ambientalistas y un largo etc. So pena de despertar la ira divina de este nuevo dios y su religión de fervientes feligreses que vigilan con celo sagrado los contenidos que pudieran oler siquiera, a burla. 

A lo largo de los años, sacrílegos como yo, proclives a admirar esta capacidad humana de burlarse de uno mismo como especie, hemos desarrollado, nuevos códigos, nuevos lenguajes, dónde el sarcasmo y la ironía debieron evolucionar hasta hacerse casi, casi indetectables o haber renunciado a expresar libremente una critica personal a través del humor, para no ofender su extraño sentido de la justicia social. Algunos hemos podido ser parcialmente aceptados por ejemplo en redes sociales sin ser vapuleados virtualmente por las hordas del correctismo político, o siendo castigados por su ausencia de Likes. En mi caso Gracias a que decidí callarme por razones personales. Porque los más radicales no dudarían un segundo en correr un poquillo las líneas éticas con tal de castigar ejemplarmente a todo aquel que se resista a la nueva exegesis del nuevo orden. A la nueva interpretación del mundo.