Tengo muy convincentes argumentos para no discutir con fanáticos. Conozco muchos y varios son mis amigos por decir algo, pero evito discutir con ellos; en parte porque valoro la amistad más allá de las creencias que se tengan. En parte porque creo que el valor de cada individuo se cimenta en quien habita su corazón y no su mente. Esta es ultimadamente, la depositaria de experiencias propias y ajenas que construyen nuestro imaginario colectivo y quién soy yo para decidir que sus experiencias tienen menor validez que las mías.
Además, no
conozco a ningún fanático que supiera que lo es; la pasión irracional que se
apodera de un fanático jamás le permitirá percibir que sus arraigadas creencias
podrían no ser racionales. Es por lo tanto un riesgo innecesario intentar
penetrar las barreras dogmáticas de un individuo que ha decidido de forma
taxativa, que quien no piense como él o ella, está invariablemente en un error
(Y siguiendo la lógica de estos días: que debe ser eliminado).
Es triste y
sorprendentemente fácil ser un fanático (sin saberlo) y vivir insultando,
juzgando, agrediendo o apartando de nuestras vidas a amigos y personas que
pudieron aportarnos mucho más a nuestro crecimiento personal; personas cuyo
error fundamental fue no tener las mismas experiencias de vida nuestras; tuvieron
la mala suerte de no ser nosotros, por lo tanto, están equivocados. Este fenómeno
era un par de décadas atrás, mucho más tolerado; tolerábamos mejor a amigos que
profesaran creencias religiosas distintas, que tuvieran expectativas políticas
diferentes, que apoyaran equipos de fútbol rivales; preferencias
políticas/filosóficas divergentes; se podía discutir apasionada pero
respetuosamente hasta al final terminar abrazados coreando una canción bonita,
compartiendo en silencio una cerveza, comentando el último libro leído o la
última película vista. Esto me permite concluir que venimos involucionando como
especie, cada vez menos humanos y más animales; esto en esencia, no me parece
una buena idea.
Hoy quiero levantar
mi copa y brindar por esos amigos y familiares “perdidos”, bajas de una guerra que no debía
ser nuestra; quiero brindar por aquellos tiempos en los que la amistad y el
afecto estaban por encima de estos nuevos “valores” impuestos por quienes dizque
luchan por un país mejor y aceptados
como la nueva realidad por quienes fuimos convencidos de que nosotros estamos
en lo correcto, pues los equivocados son los demás y no deberían existir…
Salud.
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